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Massala, la auténtica cocina hindú en el Perú

03.02.2017

Seguramente, tú también recibiste la advertencia de ir con cuidado con la comida hindú. La frase clásica es “pero es que tiene un montón de aderezo”. Claro, como si la exquisita comida local fuese ligerita, dócil y abanderada de un solo sabor. Suena a reto superado y si eres un advenedizo como yo en el universo gastronómico de la cocina hindú, terminarás preguntándote, ¿qué puede ofrecer de novedoso? Entonces, buscas las opciones en la guías y descubres que tal vez ni siquiera puedas cumplir el reto porque no hay muchos restaurantes que tengan una propuesta de este tipo sin apelar a la bien posicionada marca de la cocina fusión. Felizmente, en el Perú, ya existe Massala.

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Su lema es determinante y provocador, “La auténtica cocina hindú en el Perú”. Entonces, esa tarde todo encaja, encuentras que hay una promoción de almuerzo, que el jefe no ha llegado (y por lo tanto puedes extender tu break con impunidad), que ya pagaron, que el Sol se encuentra en la constelación de Sagitario y pasa a Capricornio; que en Tinder hiciste Match con Anyira Paswan, antropóloga de la India pero sobre todo soñadora impulsiva descubriendo Perú según su descripción. Las señales son claras y pides un taxi a la calle Bolognesi 201 de Miraflores.

Massala es un espacio confortable, correctamente iluminado gracias a su terraza que permite bañar sus ambientes con la luz natural y parece que siempre vestido de fiesta gracias al risueño decorado de sombrillas indias que revisten su techo. Déjame asegurarte que esa sensación no acaba en la ambientación porque esa surtida barra de macerados y tragos son la gloria. Pero vamos desde el inicio. La experiencia con la entrada fue alucinante. En un pequeño platillo se concentra lo que el restaurante propone, que te sientas como en casa. El aroma te introduce en una sensación casi utópica, si sientes que el adjetivo es excesivo la única forma de comprobarlo es pidiéndolo: Chicken samosa. Empanaditas crujientes que puedes disfrutar acompañada de chutney de tamarindo o menta. Ambas juegan bien con la textura del pollo y el chancho machacados recién retirados del tandoor. Lo siento mami, te superaron.

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No sé en qué tipo de éxtasis me habrá visto el jefe de mozos que me preguntó si todo iba bien. Le dije que todo estaba espléndido, que me gustaría recibir sus sugerencias de la carta. Así como la comida, la selección del personal es un éxito en Massala. El jefe de mozos no es un improvisado, su conocimiento de la comida hindú lo ha obtenido de trabajos previos en cruceros especializados en turistas de la India. Ello le permitió conocer mucho sobre esta gastronomía. El reconoce que la comida es exótica y que no todos tenemos pericia en ella. Pero que eso no debería ser un obstáculo. Menos en este restaurante, porque todos están dispuestos a atenderte con amabilidad. Y lo notamos desde la descripción precisa que nos otorgó de cada plato hasta la cordialidad que tuvo el mismo dueño del restaurante para acercarse a dos mujeres, madre e hija, que preguntaban por la persona que ha traído esta propuesta a Lima; y es que ellas, mujeres modernas y de mundo, han probado comida hindú en otros países y han encontrado aquí un nuevo lugar predilecto.

Es tiempo del plato de fondo. El más popular es el Chicken Tikka Masala, una preparación en base a un centenar de especias de la India y en el que el pollo es hervido en salsa de tomate casero durante horas para tener un sabor y textura particular. Este plato llega decorado con una masa crocante alrededor y perejil. Opté por variar el acompañamiento entre el Naan, el pan tradicional hindú y el Jeera rice, elaborado en base a su exquisito arroz Basmati con semillas de comino. La porción es justa y necesaria. Si estás acostumbrado a la típica abundancia de la comida peruana, acá no la encontrarás; sin embargo, la gama de sabores concentrados en las más de 1600 especias con las que se elaboran los platos de la India y que se respetan en Massala te dejan saciado. Aun así, fiel al exceso, probé también el Tulsi Fish Curry, elaborado en esta ocasión con pez espada marinado en albahaca, cardamomo y garam masala, que corona a una porción de arroz basmati ligeramente duchado en betarraga y rodeado de curry de coco. Un plato imperdible.

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Intente cerrar la visita con el Kheer de manzana, un postre en el que esta fruta llega sumergida en reducción de leche y aromatizada con cardamomo y pistacho. Recomendable para refrescar estos días de intenso calor pero que sugiero compartir por la intensidad de su dulzura. Y decía que intenté porque finalmente no pude irme sin probar los Chilcanos especiales de la casa: el de semilla verde de Cardamomo, que parece inofensivo pero que en cuestión de segundos levanta la temperatura aún a pesar de su ligereza; y el de Frutas Exóticas, refrescante y divertido, la elección perfecta si vas un fin de semana a Massala junto a tus amigos o familiares y disfrutas de sus shows de danzas típicas al estilo de Bollywood.

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Luego llamé a mi amiga e hice alarde de mi experiencia en el restaurante Massala, le dije que estaba equivocadísima, la comida hindú no es pesada ni excesiva. Hay un justo control de los sabores que proponen a partir de su mix masala e incluso tienes la opción de solicitar el nivel de intensidad de picante que deseas tener en tus platos. Eso yo lo tengo que probar, me dijo. ¿Con un par de Chilcanos de Cardamomo?, le pregunté. Cerrado. Regresaré a Massala.

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