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¡Qué tal Sancochado!

04.08.2017

“No debemos dejar de vernos”, fue la promesa que hicimos mi grupo de amigos del instituto al egresar, pero —como sucede siempre— esas promesas son tan efímeras como las de los políticos en campaña. Que el trabajo, que los cursos de especialización, que la familia… excusas nunca faltan para aplazar un reencuentro entre amigos.

Hasta que, luego de revivir nuestro abandonado grupo de WhatsApp y debatir durante semanas, decidimos que el esperado reencuentro de la promo sea un día laborable, para no chocar con el sagrado fin de semana de cada uno. La nueva odisea ahora era acordar dónde iríamos. Una amiga —con un ánimo avallasador— propuso que almorcemos en un buen restaurante. Otro amigo —el que no recibió grati en julio— sugirió que sea un lugar asequible para todos. Nunca lograríamos ponernos de acuerdo.

Así que fui práctico, ingresé directamente a Atrapalo.pe y entre los restaurantes destacados llamó mi atención el Restaurante Zendo del Hotel Radisson San Isidro. Era un buen lugar y ofrecía un descuento interesante reservando por la web, así todos quedaríamos felices. Iba a someterlo a voto, pero no quise enfrascarme en debates eternos nuevamente. Venció entonces la dictadura e hice la reserva sin comentarles nada más.

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¿Qué se te viene a la mente cuando piensas en Sancochado?

 Creo que nunca había probado el Sancochado, pero la idea que tenía de él —debo decir— no era precisamente mi favorita. Supuse que sería un plato con abundantes alimentos: carnes, vegetales y otros que quizá ni sabía que existían, todos sumergidos en un caldo humeante, y que de seguro, no me animaría a comerlos todos. En la web de Atrapalo.pe, el Restaurante Zendo ofrecía un Buffet Sancochado los días martes. Así teníamos el buen restaurante para almorzar en un día laborable, el precio asequible para no dejar a mi amigo en bancarrota y la siempre interesante opción de buffet. Además, es invierno y la temperatura baja cada vez más, pensé que una sopa caliente iba a ser ideal.

Uno a uno mis amigos iban llegando al restaurante. Abrazos y risas se fundían en el ingreso del Hotel Radisson. Al entrar nos recibieron amablemente, mostré la reserva en mi celular y nos condujeron hasta nuestra mesa. El lugar era bello, impecablemente presentado y muy acogedor. Mientras conversábamos de lo que había sido de nuestras vidas y lo que habíamos visto del otro en Facebook, se nos acercó el mozo y nos explicó en qué consistía el Buffet Sancochado. Era una sorpresa para todos hasta ese momento. Ni yo mismo sabía exactamente qué almorzaríamos esa tarde. Toda una aventura culinaria.

Al ingreso del restaurante, una mesa llena de cosas deliciosas nos esperaba para elegir qué queríamos comer. Todos eran alimentos sancochados, por supuesto, saludables y sabrosos. Diferentes tipos de carnes: pollo, panceta, chorizo, pecho y cadera de res; tubérculos: papas nativas, yuca y camote; verduras: choclo, poro, zanahoria; había tanto para elegir que ya ni puedo recordar. Pero, mención aparte merece la extraordinaria variedad de salsas y acompañamientos: desde crema a la huancaína, chimichurri y ají casero, hasta sarsa criolla, chifles y panes artesanales. Uno podía escoger lo que quisiera y así nadie podría quejarse, ¡qué maravilla!

Pero, ¿esto no era una sopa?

Al ver tantas delicias en mi plato, olvidé por un momento que el Sancochado era una sopa, ¿dónde estaba el caldo? Como leyéndome la mente, el mozo se acercó a entregarnos una pequeña cacerola. Ella contenía el caldo donde previamente se habían hervido todos los alimentos. Su aroma y sabor concentrados eran deliciosos. Bañar las carnes y vegetales con ese suculento caldo era el edén para el paladar y fusionar este sabor con las salsas ¡ufff!, la sensación era indescriptible.

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Además, por si todo lo anterior fuese poco, el buffet incluía una barra de postres con cinco variedades y una bebida personal para hacer el respectivo brindis. Mis amigos y yo estábamos encantados, comimos felices, nos divertimos mucho y por fin estábamos de acuerdo en algo: amamos el Buffet Sancochado.

Si esa tarde llegué con pocas expectativas, me fui por demás satisfecho. El almuerzo estuvo delicioso y si pensé que dejaría algo en el plato, me equivoqué. Todo estuvo tan rico que fue imposible dejar una migaja. Sin duda el Restaurante Zendo es una buena opción para reunirse con amigos y también con la familia. Nos despedimos y dijimos al unísono: “no debemos dejar de vernos”.

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